Media entrada en la Era de los Mártires para presenciar un festejo bien presentado, con triunfo de Miguel Abellán
FICHA DE LA CORRIDA
CRÓNICA
Interesante el festejo ofrecido ayer en la Era de los Mártires de Cáceres, con una corrida muy bien presentada de la ganadería Guadalest, sustituta en el último instante de la anunciada Los Bayones. Bien por la terna de matadores, que se toparon con toros de distinta condición, y entre los que destacó el madrileño Miguel Abellán. El diestro de la tierra, Emilio de Justo, no pudo lograr trofeos.
En el que abría plaza, Javier Conde se encontró con un toro muy bajo de fuerza y sin fondo alguno, que se fue apagando pese a la insistencia del matador. Aunque con arrojo y entrega, Conde no pudo más que matarlo con pinchazo tras aviso. En su segundo, un toro serio y muy bravucón, el de Málaga no pudo con él, quizás por la falta de fijeza del animal. Tomó la ligera y el público le regaló una monumental bronca.
Abellán se encontró con el mejor lote de la tarde. Primero, un toro que de salida manseaba y que no quería lucha, por lo que optó por llevárselo a su terreno, donde cuajó muletazos de gran belleza tanto con la derecha como por la izquierda. Lo mató de estocada en todo lo alto y sin puntilla. En su segundo, un toro bajito de cruz pero encastado y noble, sin duda el mejor de la tarde, Abellán se acopló de inmediato, no escatimó ni recursos ni belleza en sus lances, y en bellos trincherazos mató de media en lo alto, lo que le bastó al morlaco para doblar. El toro fue ovacionado en el arrastre.
Emilio de Justo desgraciadamente se topó con el peor lote de la tarde, aunque hay que reconocer la madurez que va cogiendo el de Torrejoncillo. En su primero, un toro que se rajó en el tercio de varas y pese a la buena voluntad del diestro, hubo momentos de aburrimiento. Emilio no cesó de intentar demostrar todo lo bueno que lleva dentro pero el público silenció su labor. En su segundo, un toro muy distinto, muy bronco, que se quedó crudo en el caballo y pese a que Emilio lo entendió bien iniciando por bajo las tandas, el animal no fue capaz de fijarse en la muleta. Cada vez más reservón y bronco, el matador tuvo que matarlo sin más.
Emilio de Justo desgraciadamente se topó con el peor lote de la tarde, aunque hay que reconocer la madurez que va cogiendo el de Torrejoncillo. En su primero, un toro que se rajó en el tercio de varas y pese a la buena voluntad del diestro, hubo momentos de aburrimiento. Emilio no cesó de intentar demostrar todo lo bueno que lleva dentro pero el público silenció su labor. En su segundo, un toro muy distinto, muy bronco, que se quedó crudo en el caballo y pese a que Emilio lo entendió bien iniciando por bajo las tandas, el animal no fue capaz de fijarse en la muleta. Cada vez más reservón y bronco, el matador tuvo que matarlo sin más.
En definitiva tarde de grandes cosas, bien los toreros y mejor los toros. Ya era hora de ver una corrida bien presentada en la plaza de Cáceres.
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